El primer caso que voy a relatar en este blog es el de Dana. Éste es uno de esos casos que te llegan muy adentro, tanto por el animal en sí, una perrita Bull Terrier encantadora, como por los propietarios y el caso médico que fue.
Conocí a Dana cuando ya era adulta, sus propietarios la trajeron a la clínica donde trabajo por referencias de otros clientes. Desde el primer momento Dana me pareció una perrita encantadora, siempre siempre siempre entraba en la clínica desde la calle moviendo el rabo súper contenta, atravesaba la sala de espera y le daba un cabezazo a la puerta que da acceso a la consulta, impaciente por entrar y saludarnos a mis compañeras y a mí. Cuando tenía que esperar un poco porque teníamos trabajo, se desesperaba y empezaba a lloriquear y a gruñir protestando porque quería entrar, y cuando por fin lo conseguía entraba dando saltitos, abriendo la boca y moviendo el rabo a tal velocidad que parecía que se le iba a desatornillar, lanzando pequeños aullidos de alegría y embistiendo nuestras rodillas con tal fuerza, que conociendo su ímpetu, ya nos preparábamos para no caer.
Sus propietarios, Fran y Silvia, una pareja joven y encantadora, estaban tremendamente orgullosos de ella y nos contaban que tanto su familia como sus amigos habían caído rendidos a los encantos de Dana. Los primeros años, Dana fue una perra sana, apenas vino a la clínica por algún que otro problema de piel, vacunaciones y cosas sin demasiada importancia en general, excepto un pequeño bulto que le salió en una pata, del tamaño de un garbanzo que le extirpé y mandé a analizar. El resultado de la biopsia de ese bulto fue el de un mastocitoma, un tipo de tumor cutáneo que había sido extirpado completamente y que no debía de dar ningún problema más. Dana se recuperó muy bien de esta cirugía si exceptuamos que en el segundo o tercer día después de operarla en un descuido de sus propietarios se lamió la herida y la piel se abrió un poquito, no demasiado, pero si lo suficiente como para que, en vez de quedar sin marcas, como a mi me gusta hacer y que prácticamente no se notara nada, le quedó una pequeña cicatriz.
El principio de la pesadilla empezó a principios de octubre, Fran, su propietario, traía a Dana porque le había visto que estaba un poco menos alegre de lo normal y le había notado un bulto en el cuello. Cuando llevas tantos años dedicándote a esto, muchas veces cuando ves y tocas algo sabes inmediatamente lo que es, pero al mismo tiempo deseas fervientemente estar equivocada. Cuando exploré a Dana me di cuenta de que no solamente había un bulto en el cuello, había alguno más repartido por el resto del cuerpo, todos ellos localizados donde están ciertos ganglios linfáticos. Después de algunas pruebas de sangre que salieron bien, aconsejé a su propietarios realizar una biopsia del ganglio. Éste es un procedimiento sencillo, se realiza bajo una suave anestesia, y simplemente consiste en coger un trocito de lo que quieres analizar, en este caso un trocito de ese bulto que Fran había observado. El resultado del patólogo tres días después no daba lugar a dudas: Dana padecía un linfoma multicéntrico de células B.
Éste es un tipo de cáncer del sistema linfático. Para entendernos, es un cáncer por el que un tipo de células defensivas, los linfocitos, empiezan a multiplicarse de manera descontrolada invadiendo distintas partes del cuerpo. En el caso de Dana estaba invadiendo todos los ganglios linfáticos que hay repartidos por todo el cuerpo.
Siempre es desagradable ser portador de malas noticias, pero cuando esas malas noticias afectan a personas y animales que aprecias es mucho peor. Fran y Silvia se tomaron la noticia como es de esperar, al principio lloraron mucho y se abrazaban A Dana, mientras ella movía el rabo feliz por esos mimos extra y ajena a lo que estaba ocurriendo.
En estos casos tenemos muy pocas posibilidades de terapia donde elegir. Una de las posibilidades es no hacer nada, porque al principio este tipo de cáncer no duele y el perro puede tener buena calidad de vida con medicación paliativa, y cuando el cáncer haya avanzado mucho y afecte a la calidad de vida del animal, entonces tomar la dolorosa decisión de la eutanasia. En este caso la esperanza de vida es muy corta, a veces de días y como máximo de pocas semanas ya que normalmente es un cáncer que avanza con rapidez. La otra opción que ofrecí a Fran y Silvia fue la de utilizar la quimioterapia. En cuanto la palabra quimioterapia salió de mis labios ellos inmediatamente abrieron los ojos muy grande y dijeron que de ninguna manera, porque por desgracia no hacía ni una semana que habían despedido a una tía de Silvia exactamente con el mismo tipo de cáncer y por desgracia la quimioterapia había hecho sufrir mucho a esa pobre mujer. Al tener el caso tan reciente, la primera reacción de los propietarios fue de un NO rotundo. Y es algo totalmente comprensible. Lo que sucede es que en el caso de los pequeños animales, la quimioterapia se enfoca de distinta manera. Salvo muy pocos determinados tipos de cáncer, la quimioterapia no cura, sino que busca controlar el avance de la enfermedad teniendo como principal objetivo conseguir calidad de vida para el animal y las personas que le rodean, de manera que al utilizar dosis más pequeñas y con menos frecuencia que en las personas conseguimos que los efectos secundarios, en la gran mayoría de los casos no existan o sean muy leves.
Estuve hablando largamente con Fran y Silvia acerca de todo esto, de en qué consistiría el tratamiento, de los posibles efectos secundarios que podía acarrear y de la esperanza de vida que íbamos a dar a Dana con el tratamiento. Con la medicación que tenía pensado utilizar, íbamos a tratar a Dana semanalmente al principio, poniendo medicación en vena con un gotero, y poco a poco ir espaciando el tratamiento manteniendo una medicación de base en forma de pastillas. El pronóstico para Dana en este caso, asumiendo que respondiera bien al tratamiento, podría ser de alrededor de ocho meses o un año, y un pequeño porcentaje de animales podían superar largamente el año de vida.
Fran y Silvia estuvieron pensando qué hacer, porque además desde el punto de vista económico lo tenían muy justo, pero desgraciadamente no podían pensárselo durante mucho tiempo porque a los pocos días Dana empezó a encontrarse realmente mal y dejó de comer, era como si Dana les estuviera diciendo a sus propietarios que se dieran prisa.
Finalmente Silvia y Fran decidieron ir día a día, ya que Dana no tenía nada que perder, y empezamos con la primera sesión de quimioterapia. Empezamos el protocolo COP (ciclofosfamida, vincristina y prednisolona) y fue como una resurrección, en cuestión de 48 horas la respuesta fue increíble. Los bultos que tenía repartidos por todo el cuerpo y que ya tenían el tamaño de naranjas, casi desaparecieron y cuando Silvia me llamó por teléfono,casi gritando para contármelo, me emocioné. Dana volvía a ser la misma perra de siempre, y a los cuatro días vino otra vez empujando con la cabeza la puerta de la consulta para entrar a saludarnos con su alegría de siempre.
Semana a semana fuimos dando sesiones, y Fran y Silvia vivían el día día con su querida perra. Además yo había aconsejado a sus propietarios que complementaran el tratamiento de quimioterapia con acupuntura y dietoterapia con una buena compañera especializada, pero como económicamente no les era posible solo hicieron una consulta con mi compañera, que les dió pautas de cómo alimentar a Dana desde ese momento, para que su cuerpo estuviera lo más fuerte posible y para no darle alimentos que pudieran ayudar al cáncer a crecer. El resultado de estas indicaciones de dieta fueron una fiesta para Dana porque Silvia desde ese momento compraba y cocinaba para su perrita, y Dana devoraba todo lo que le preparaban con tanto amor.
Así pasó noviembre, diciembre, enero… Viendo a Dana semanalmente y luego empezamos a espaciar las visitas, pasó la primavera y pasó el verano, y cuando llegó de nuevo octubre sus propietarios celebraron con Dana y con nosotras lo que según sus palabras era el regalo de su perrita.
A partir del año, aunque Dana estaba contenta y feliz se notaba que estaba un poco más cansada de lo normal y como ya no podía venir a la clínica sin cansarse sus propietarios compraron un remolque para enganchar en las bicicletas y llevar a Dana dentro. Ella iba tan feliz dentro de su transportín.
Durante todos estos meses Dana apenas tuvo problemas de salud, a excepción de una neumonía en los peores días del invierno, de la que pudo recuperarse muy bien. Pasaron unos pocos meses más y aunque Dana se sentía cada vez más flojita, no sufría en absoluto, estaba mimada por sus propietarios y por todas las personas que le rodeaban, y cuando ya casi se cumplieron 18 meses del diagnóstico (mucho más de lo esperado) un triste día tuvimos que despedir a Dana.
Dedicado a Dana con mucho cariño.
Buenas, me gustaría saber, en cuestión de cuanto tiempo desde la inflamación de los ganglios empezó a tener los otra síntomas? Y cuanto le tardaron en crecer?
Tengo una bull terrier también con los ganglios inflamados pero lleva así varios dias, ademas que fue a partir de una medicación, pero no se le baja y me está preocupando. Por otro lado parece no estar creciendo el tamaño, incluso algunas veces, sobre todo despues de jugar, parece que se bajan un poco. Ya le hicieron la analítica y salió bien y estamos esperando los resultados de la biopsia, que se la hicieron hoy. Algo que me preocupa es que parece que esten mas hinchados a raiz de la biopsia de hoy.
Muchas gracias de antemano, saludos.
Hola, desde que empiezan a crecer los ganglios hasta que tienen otros síntomas puede pasar bastante tiempo, incluso semanas. Lo más adecuado es lo que ha hecho tu veterinario, hacer una citología o una biopsia de ganglio y de esa manera saber qué es lo que está ocurriendo y en el caso de que sea cáncer saber si es más o menos agresivo para poder poner un tratamiento y darte un pronóstico. Entiendo tu preocupación, se les quiere muchísimo. Un abrazo y mucho ánimo.
De acuerdo, muchas gracias, solo espero que todo esto tenga un buen final 😔